Por: Luisa
Bernhardt
Desde que somos niños damos indicios de nuestra personalidad,
ya sea en la forma de expresarnos, relacionarnos con los demás e inclusive en
nuestros pasatiempos; pueden parecer sin importancia pero estas conductas
muchas veces hablan más alto que las palabras.
Es en esta etapa de
nuestra vida en que la autenticidad está a flor de piel, nos sentimos libres,
en nuestro elemento y con un brillo en los ojos que iluminaria toda la avenida
Duarte. Entonces si esta actitud nos hace poderosos, felices y únicos ¿Por qué
cuando nos vamos haciendo adultos aplicamos cambios drásticos y nos convertimos
en alguien completamente distinto?.
Muchas veces somos presionados por el entorno a lo largo de
nuestra vida; paradigmas que nos inducen a ser de una forma en particular, a actuar
dependiendo del lugar, de las personas que estén, de la posición que
desempeñemos e incluso de las metas que queremos lograr.
Ojo, no confundamos buenos modales con personalidad, ya que
son cuestiones completamente distintas; se puede tener una personalidad
vibrante y expresiva con una educación impecable pero también se puede una
personalidad serena y algo tan sencillo como dar las gracias luce imposible de
articular.
Resulta algo extenuante de solo pensar en todos los papeles
que se deben interpretar a diario si decidimos tener una temperamento según la
ocasión, o como se dice coloquialmente “según el maco la pedra'”. Y aunque
pueda parecer desconcertante, las personas a nuestro alrededor pueden percibir
estas actuaciones y tener cierta desconfianza, lo que sería un efecto contrario
a lo que buscamos.
Pero ¿Por qué decidimos ser maleables para poder encajar?
¿Por qué queremos ser como hojas al viento? Esta respuesta está en nuestro
interior enterrada debajo del miedo a ser diferente, al qué dirán, al rechazo, a la necesidad de
querer lucir bien y a la invención de qué es lo más conveniente para triunfar.
Si te sientas como un espectador a ver tú día a día como si
fueran capítulos de una serie de televisión ¿Te haría feliz lo que ves? ¿Estas
siendo tú en todo momento? Si la respuesta es no, es momento de hacer cambios y
retomar tus raíces. Recuerda “se tú
mismo, todos los demás ya están ocupados. “

Comentarios
Publicar un comentario